El origen de la palabra es griego Thanatos (muerte) y Logos (estudio), es el estudio que vincula los efectos que provoca la muerte. El tanatólogo debe de ser capaz de escuchar y apoyar al enfermo terminal y sus familiares en el proceso del Duelo.
Las personas que trabajan como tanatólogos, para formarse y poder ejercer, además de adquirir conocimientos como tal, tendrán instrucción personal y de valores, debe de tener paciencia, empatía, capacidad para escuchar sin juzgar y confidencialidad para ser un buen profesional.
La tanatología comprende todo lo relacionado con la muerte en el ser humano, la pérdida, el dolor físico, el sufrimiento mental y emocional, comprende los aspectos legales, el acompañamiento, apoyo moral y espiritual dependiendo de su religión.
La labor del tanatólogo es ayudar al bien morir entre otras cosas.
Elisabeth Kubler Ross: psiquiatra y escritora, una de las precursoras en el tema de la tanatología, la muerte, los procesos de esta y los cuidados paliativos, lo explica muy bien en su libro “Sobre la muerte y los moribundos”.
Fue pionera en estudiar las emociones de las personas con enfermedades terminales y sus cuidados paliativos.
El Duelo, es un proceso emocional que sucede ante la pérdida de un ser querido, perdida de trabajo, de una mascota, de un bien material, la pérdida de una relación (pareja, amigos) etc.
Esta respuesta del ser humano ante el duelo comprende la parte física, mental y emocional y su comportamiento de respuesta para adaptarse e integrarse a este proceso.
El duelo es un proceso doloroso que se da cuando una crisis de sufrimiento ante la pérdida de alguien o algo importante para el ser humano se hace presente, pasan por una serie de dolor y esto es igual en cualquier cultura, creencia y clase social.
Etapas del duelo:
1.- Crisis
2.- Negación
3.- Enojo
4.- Depresión
5.- Aceptación de hecho
6.- Aprendizaje
La primera reacción que se muestra ante esta crisis de un diagnóstico inesperado ya sea de salud, o alguna otra pérdida es: negar la realidad de la situación, es una manera de no aceptar lo que está pasando, un mecanismo de defensa.
Cuando el dolor y la realidad se manifiestan, la reacción es de ira, en este enojo se tiende a culparse y culpar a otros de la realidad que se está viviendo, desquitándose con los seres queridos, objetos o personas que no tienen la culpa.
Es un sentimiento de impotencia y de sentirse vulnerables ante el hecho y aquí hay un proceso de negación, “si hubiera hecho esto o aquello”, “si fuera mejor persona”, hasta hacer un trato con Dios o un ser superior para intentar posponer lo inevitable.
La depresión relacionada con la pérdida es la tristeza, la preocupación de dejar a nuestros seres queridos, “¿qué va a pasar con ellos?”, “¿qué nos va a pasar a nosotros?”
Llegar a la etapa de aceptación es un alivio, en la etapa final.
Es la oportunidad de hacer las paces con nosotros mismo y con quienes nos rodean, cerrar ciclos sin dejar pendientes.
Hacer frente a una pérdida es una experiencia personal, que cada uno la vivirá a su manera.
Para poder pasar mejor este proceso, es benéfico el permitir que otros nos ayuden como un profesional en tanatología, en estos casos lo que podemos hacer es permitirnos sentir el dolor y manifestarlo con todos los sentimientos, resistirte alargará el proceso de curación.
El duelo ante una perdida puede durar un promedio de tres meses, dependiendo del tipo de pérdida, pero el proceso normal se considera en los primeros dos años para poder superar esta etapa.
Lo más conveniente es la ayuda de un profesional (terapeuta tanatólogo) para poder expresar todo lo que llevamos dentro.