Sonia Teresa Sánchez es una activista feminista, profesora y animadora cultural argentina. ​ Sánchez es sobreviviente de trata de personas con fines de explotación sexual y una defensora del abolicionismo de la prostitución. ​​ En 2012 fue elegida Mujer Destacada del año.

Ha publicado 3 libros, en el que se destaca “Ninguna mujer nace para puta”, que escribió junto a María Galindo, de Mujeres Creando y una cuarta obra que está por terminar de escribir, llamada «Puta, la deconstrucción». Además, se dedica a dar charlas, clases y capacitaciones advirtiendo sobre la prostitución y el tráfico de personas. “A mí lo que me inspira para seguir luchando es la rabia. Pero yo trabajo la rabia para que sea una energía buena. Que me lleve a pensar, reflexionar y escribir para poder ayudar a otras y otros. Para que otras adolescentes no les pase lo que a mí me pasó en mi adolescencia”, asevera.

Sonia afirma que la trata de personas y la prostitución son dos cosas que van de la mano, que ambos conceptos se retroalimentan. Existe la trata de personas con fines de explotación sexual porque existe la prostitución. Sin prostitución, no hubiera trata de personas. Lo que ha hecho la trata con fines de explotación sexual ha sido globalizar la prostitución. Nada más que eso.

Sonia Sánchez tiene en la actualidad 53 años. Sin embargo, su cruda biografía se remonta a la edad de 16 años cuando decidió abandonar su ciudad natal, Villa Ángeles, para trabajar como empleada doméstica en Buenos Aires, Argentina.  Pero tras pedir aumento y no obtenerlo, decidió abandonar su trabajo.

A pesar de su incredulidad e inocencia, nunca imaginó que se vería forzada a vivir varios meses en la calle. En absoluta soledad y abandono, comenzó a vagar por las estaciones de trenes y plazas de la capital trasandina, buscando qué comer y dónde dormir. De esta forma ingresó al mundo de la prostitución «fue el hambre, la falta de educación, la falta de una vivienda, de trabajo, eso fue lo que me llevó a entrar a la prostitución», afirma Sonia Sánchez.

Desde este momento, Sonia se vio sumergida en un abismo que parecía no tener salida alguna. Con sólo 17 años fue trasladada y traficada con fines de explotación sexual a Río Gallegos, ciudad al sur del país argentino. Fueron seis meses los que estuvo en un prostíbulo, privada de libertad y explotada sexualmente por cientos de hombres, soportando múltiples violaciones y torturas sexuales.

 

No obstante, logró escapar. Aún no sabe cómo. Debido a las fuertes situaciones que experimentó, su mente ha borrado gran parte de esos recuerdos. Aún así, hay días donde aparecen estas imágenes, cada una más cruel y retorcida que la otra, atormentándola y persiguiéndola por semanas completas.

A pesar de fugarse de este burdel, siguió prostituyéndose como forma de sobreviviencia hasta los 23 años, enfrentándose a las más crueles golpizas, vejamientos, maltratos y abortos espontáneos que puede sufrir una mujer en la prostitución.  «Yo al dolor lo anestesié», aseguró Sonia.

Ha participado en el documental Impuros, que reconstruye la historia de la Zwi Migdal, dirigido por Florencia Mujica y Daniel Najenson en 2018. Participó como actriz en La Desobediente, un biodrama dirigido por Silvia Palumbo Jaime en 2017 que se inspira en los textos de la activista Sonia Sánchez y relata la vida de siete mujeres en estado de prostitución en la Plaza Flores.