
La vida de esta joven se cuenta en una obra llamada Actas escrita en el siglo V. Inés, “Agnes’’ en latín que remite a “cordero’’ y por extensión significa ‘’pureza e inocencia’’. Nació alrededor del año 291. Pertenecía a una noble familia romana en la que recibió muy buena educación cristiana y consagró su virginidad a Jesucristo.
Se dice que debido a su hermosura, la chica fue pretendida por varios jóvenes de las principales familias romanas que hasta rivalizaron por su mano; pero Inés respondía a todos que había consagrado su virginidad a un esposo celestial, invisible a los ojos del cuerpo. Entre los jóvenes estaba el hijo del alcalde de Roma, que le prometió grandes regalos a cambio de la promesa de matrimonio. Pero ella, fiel a su esposo Jesús, le respondió: "He sido solicitada por otro amante. Yo amo a Cristo. Seré la esposa de aquel cuya madre es Virgen; lo amaré y seguiré siendo casta". Ante esta negativa, él la denunció como cristiana al gobernador. En ese tiempo se estaba realizando la persecución de Diocleciano.
El gobernador intentó persuadirla con amenazas, pero la joven estaba enamorada de Cristo y eso le hizo perseverar y no ceder ante el temor a la tortura. Al no lograr convencerla, el gobernador la envió a una casa de prostitución, donde acudieron muchos jóvenes licenciosos pero que no se atrevieron a acercársele, pues se llenaron de terror y espanto al ser observados por la chica. La historia narra que ningún hombre pudo profanar ese cuerpo virgen, templo del Señor. El gobernador enfureció y la condenó a ser decapitada. La apresó y la amenazó con las llamas. Pero todas las amenazas fueron en vano. Finalmente resuelve condenarla a muerte decapitada.
En el momento de morir le dice al gobernador, que aún la intentaba persuadir de que renegara de su fe y su fidelidad a Jesús a cambio de perdonarle la vida: "La esposa injuria a su esposo si acepta el amor de otros pretendientes. Únicamente será mi esposo el que primero me eligió, Jesucristo. ¿Por qué tardas tanto verdugo? Perezca este cuerpo que no quiero sea de ojos que no deseo complacer". No quedó lugar sin herida en aquel cuerpo tan pequeño. En el momento del martirio, reza y espera sin temor la llegada de su propia muerte. Muere pura, imitando a su amado, el Cordero de Dios. San Ambrosio y San Agustín describen que Santa Inés sólo tenía trece años cuando fue martirizada.
La Iglesia de Santa Inés en la famosa Piazza Navona en Roma está ubicada sobre el sitio de su martirio.
Sus restos fueron enterrados en la Vía Nomentana, en las llamadas catacumbas de Santa Inés. La princesa Constantina, hija del emperador Constantino y esposa de Galo mandó a erigir una basílica en su honor al verse curada de una enfermedad tras acudir a la Santa.
Sus reliquias fueron extraídas de su nicho original, en el siglo IX se la veneraba en una arca puesta en la parte alta de la cripta bajo la basílica de la vía Novenata. Es en esta época cuando la cabeza es separada del cuerpo y enviada al Sancta Sanctorum del Palacio Pontificio. Actualmente esta en la basílica de SantÁgnese In Agone(en la plaza Navona donde estuvo el circo Argonal) donde se le puede venerar en su preciosa urna y se puede constatar su tamaño reducido y por tanto la niñez de la mártir se confirma con solo verla.
El 21 de enero de 1621 su cuerpo fue depositado en una urna de plata bajo el altar de la basílica de la Novenata (SantÁgnese Fuori le Mura).
El 21 de enero de cada año, día de Santa Inés, en este lugar se bendicen dos corderillos con cuya lana se teje el Pallium del Papa y de los Arzobispos.
Todos los historiadores coinciden en proclamarla mártir de la virginidad. Es patrona de las jóvenes que desean conservar la pureza.