Rosario Castellanos nació en la Ciudad de México en 1925 y murió en Tel Aviv en 1974. Fue una narradora y poeta mexicana, considerada en este segundo género la más importante del siglo XX en México. Durante su infancia vivió en Comitán Chiapas, de donde procedía su familia. Rosario Castellanos cursó estudios de letras Universidad Nacional Autónoma de México; por esos años se relacionó con literatos como Jaime Sabines, Ernesto Cardenal y Augusto Monterroso. En Madrid complementaría su formación con cursos de estética y estilística.

Una de sus obras más reconocidas es Balún Canán, una novela que fue publicada en 1957 y está dividida en tres partes que "convergen en la historia de una niña de siete años de clase social alta, hija de un hacendado mexicano de la región de Chiapas." Con los "numerosos cambios sociales" y políticos emitidos por el gobierno, esta niña sin nombre está en la "búsqueda de una identidad." "Esta identidad," que ella busca, "gira en torno a un mundo lleno de opresión y [...] segregación racial, social y sexual."Balún Canán está escrito desde el punto de vista del "discurso autobiográfico" durante el sexenio del presidente mexicano Lázaro Cárdenas del Río. El problema aquí es el conflicto entre los indígenas y los blancos. Los indígenas afirman que los ladinos injustamente les quitaron sus tierras y su lengua.

Entre sus novelas, ensayos y poemas también escribió: Rito de iniciación (1996), Álbum de familia (1971), Lívida luz (1960), Mujer que sabe latin (1973), entre otras.

Amor (poema)

Sólo la voz, la piel, la superficie
Pulida de las cosas.

Basta. No quiere más la oreja, que su cuenco
Rebalsaría y la mano ya no alcanza
A tocar más allá.

Distraída, resbala, acariciando
Y lentamente sabe del contorno.
Se retira saciada
Sin advertir el ulular inútil
De la cautividad de las entrañas
Ni el ímpetu del cuajo de la sangre
Que embiste la compuerta del borbotón, ni el nudo
Ya para siempre ciego del sollozo.

El que se va se lleva su memoria,
Su modo de ser río, de ser aire,
De ser adiós y nunca.

Hasta que un día otro lo para, lo detiene
Y lo reduce a voz, a piel, a superficie
Ofrecida, entregada, mientras dentro de sí
La oculta soledad aguarda y tiembla.