
Al comenzar febrero todo se ve invadido por una ola de corazones rojos que nos anuncian que este mes se celebra San Valentín, el día de los enamorados.
Pero tanto poetas como artistas asocian con el amor otro órgano muy diferente al corazón.
Por lo menos eso sostienen muchos estudios científicos que ubican al cerebro como el gran responsable de provocar las llamadas mariposas en el estómago, desmayos, mejillas coloradas y demás efectos que dicen experimentar los que se enamoran loca y perdidamente de otras personas.
Por estas reacciones se compara al amor con una droga ya que activa la producción de sustancias en el cerebro asociados al placer.
Un reciente estudio publicado por la investigadora Stephanie Ortigue, de la Universidad de Syracuse, en Nueva York, expone que enamorarse no sólo puede provocar una sensación de euforia parecida a la que pasa cuando se consume cocaína, sino que también afecta a las áreas intelectuales del cerebro. Además ha calculado que el fenómeno popularmente conocido como "flechazo" tarda aproximadamente menos de un segundo en surtir efecto.
Los resultados de la investigación de Stephanie Ortigue, publicados bajo el título "La Neuroimagen del Amor" en la revista Journal of Sexual Medicine, nos muestran que, cuando una persona se enamora, hasta 12 áreas del cerebro trabajan conjuntamente para liberar las sustancias químicas que inducen euforia, como la dopamina, la oxitocina, la vasopresina o la adrenalina. Y que "diferentes tipos de amor implican a distintas áreas cerebrales". Por ejemplo, el amor apasionado pone en acción a las zonas relacionadas con la recompensa y algunas funciones cognitivas superiores, como las que participan en la creación de metáforas y en la representación de la imagen corporal.
Entonces... ¿Cerebro o corazón en el amor?
Las investigaciones científicas demuestran que el cerebro tiene mucho, quizás todo, que ver en lo que siente una persona enamorada y que el amor, más que un sentimiento, es un complejo entramado de reacciones químicas.
