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A lo largo de la historia y en distintas culturas, se ha asociado el número 13 con la mala suerte o con cuestiones de tipo sagrado. Por ejemplo, para los mayas, era una cifra considerada como sagrada porque representaba las trece fases lunares.

Entre las múltiples creencias relacionadas con este número se piensa que un viernes 13 fue crucificado Jesucristo. También se asocia con la mala suerte porque fueron 13 los asistentes a La Última Cena y cuando se escribió el libro del Apocalipsis, el anticristo aparece en el capítulo 13.

El viernes 13 de octubre de 1307 fue el inicio de la persecución de los Caballeros Templarios, que acabaría con la destrucción de la orden.

Incluso en la mitología vikinga encontramos una referencia a la calamidad del número 13, ya que se asociaba a Loki, un dios traicionero y caótico, por lo que esta cifra se consideraba poco fiable.

En la Cábala judía son 13 los espíritus malignos; la cifra se asocia también al carnero, la víctima que Abraham debía sacrificar a Dios, y es por lo tanto un número de la muerte.

Hoy en día Algunos edificios no tienen el piso 13. Del piso 12 se saltan al 14, esto como parte de la superstición que existe en referencia al número.

Por otro lado, el viernes 13 es la celebración de lo doblemente femenino: Venus da nombre al día: lo femenino arquetípico, el poder femenino que despierta a la Tierra, el amor, la belleza, la luz sutil, la rosa de los días.

El número trece posee el secreto de la medida de los tiempos entre cielo y tierra: son trece meses lunares los que marcan un ciclo solar, también un año de vida. Y en esas trece veces la luna baja al cuerpo de la mujer y se desprende en forma de sangre.

 

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