Marie Curie fue la menor de cinco hijos de un matrimonio culto, trabajador y orgullosamente polaco. Su progenitora, Bronisława Boguska, maestra, pianista y cantante. Su padre, Władysław Skłodowski, fue un profesor de física y matemáticas.
Con apenas 15 años, Maria Curie vivió la frustración de no poder ingresar a la Universidad de Varsovia, ya que esta institución no admitía mujeres.
Como recurso, Marie tuvo que recurrir a la llamada "Universidad Volante", una institución clandestina, abierta a las mujeres, y que ofrecía a los jóvenes polacos una educación de calidad en su propio idioma.
El nombre de "volante" viene precisamente de la necesidad que tenían alumnos y maestros de cambiar constantemente de ubicación para escapar al férreo control ruso.
En 1890, su hermana Bronya había podido cursar estudios de medicina en París gracias al dinero que Maria Curie había ganado ejerciendo como institutriz en Varsovia. Ahora era el momento de que Bronya hiciera efectivo el "pacto de damas" con el que las hermanas se habían comprometido a costearse mutuamente sus estudios.
Con enormes sacrificios y esfuerzos, se graduó de física con honores en 1893, ya que obtuvo el primer promedio de su grupo. La universidad a la que asistió admitía a muy pocas mujeres. Entre los 776 estudiantes de la Facultad de Ciencias, en enero de 1895, solo había 27 mujeres.
Curie fue la primera mujer en ganar un premio Nobel y la primera persona en ganar dos premios Nobel en Física y Química.
Se cree que la anemia aplásica que provocó la muerte de Marie Curie en 1934 fue a causa de los largos años dedicados a la investigación pionera sobre reactividad.
Aparte de su gran fama como científica, ha sido considerada también como una moderna heroína de nuestro siglo. Un modelo a seguir como investigadora y adelantada como mujer.
Una de sus emblemáticas frases es:
“Nada en este mundo debe ser temido, solo entendido”.