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Cuando tomamos la decisión de adoptar un perro, tenemos la responsabilidad de cuidar y proporcionar a nuestro compañero una vida digna, en la que no solamente reciba alimentos y cuidados médicos, sino que también sea feliz.

Una de las necesidades de nuestro perro es salir a pasear. Aunque tengamos muchas cosas que hacer en el día a día, es necesario hacernos un espacio para pasear a nuestro perro ya que el no hacerlo tiene un gran impacto negativo en su salud, carácter y convivencia.

Para entender un poco el efecto negativo de no salir a pasear, este es el diario de un perro:

Hoy es un día igual que todos, sin emoción, recorriendo la casa de un lado a otro, olfateando mi plato de comida sin ganas de comer y mirando hacia la ventana imaginando cómo se siente el aire recorriendo mi cuerpo.

Llevo cuatro años viviendo con mi humano, se llama Carlos y lo amo con todo mi corazón, es una buena persona y sé que mi sentimiento es correspondido. Me cuida, está al pendiente de mí y me dedica el poco tiempo que está en casa.

Solo me intriga saber si, cuando me adoptó, no le hablaron a cerca de los paseos, creo que las únicas veces que salgo es para ir al veterinario y eso no me hace mucha gracia, lo peor es que ni siquiera siento el suelo porque me carga y me sube al auto, me carga y me entrega al doctor.

Tal vez se aprovecha de que desde pequeño me indicó en dónde hacer del baño, el pequeño patio de la casa, entendí rápido y ya no tuvo necesidad de sacarme.

Los días pasan muy lentos, Carlos se va desde temprano a trabajar, se puede decir que desayunamos juntos, en cuanto él se sienta en el comedor, yo me levanto de mi cama, corro a saludarlo y me dispongo a comer.

En un mundo ideal, en cuanto termináramos, saldríamos a dar una vuelta al pequeño parque de la esquina, pero no es así.

Después de unos minutos se marcha, ahí empieza el reto de todos los días, esperar horas que parecen interminables para que vulva a casa y el aburrimiento termine, otro sueño sería que, cuando cruzara la puerta, nos saludáramos e inmediatamente tomara una correa y saliéramos, pero tampoco sucede.

Creo que nunca me acostumbraré a este tipo de vida, las primeras horas las paso tranquilo recostado en mi cama, después de un par de vueltas, me subo al sillón que, se supone que no debería, pero Carlos no se ha dado cuenta.

Hay días, por ejemplo, hoy, en los que me empiezo a sentir raro y tengo la necesidad de correr mucho o hacer algo para sentirme cansado, de hecho, acabo de romper un zapato que me encontré en el pasillo, espero que mi regaño no sea muy duro.

No soy un perro malo, es más, tampoco soy travieso, “las travesuras” que hago son porque no me puedo controlar y me siento muy mal cuando termino y veo todo destrozado, quisiera explicarle el motivo y no puedo.

Amo a Carlos, pero me está haciendo daño al tenerme encerrado en casa todos los días a todas horas.

"Diario de un perro" escrito por Eli en Perrhijos

 

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